El Foro de Pensamiento Peronista fue fundado en 2012 por un grupo de políticos e intelectuales del peronismo con el fin de discernir ideas y hechos que desplieguen el rico y vigente pensamiento estratégico del Gral. Juan Domingo Perón, e intervenir así en la lucha político-cultural de la Argentina. Tras las derrotas de 2015 y 2017, nos animó la reunificación del peronismo como base de la recreación de un gran Movimiento Nacional , y ofrecer a nuestro pueblo una alternativa triunfante, logro que finalmente se obtuvo a partir de la victoria en 2019 del Frente de Todos, encabezado por el compañero Alberto Fernández.

7 de abril de 2020

Una guerra contra lo incierto



Por Mariano Rovatti

La crisis desatada en el mundo por la pandemia del COVID-19 tiene características inéditas desde el punto de vista sanitario, y también desde lo político, económico y social. Cómo impacta en el devenir del poder en la Argentina.



Antes de cumplir los simbólicos cien días que tienen de gracia los nuevos gobiernos, el Presidente Alberto Fernández ya tenía frente a sí un cúmulo de desafíos que amenazaban su gestión. Pocos días antes de que estallara como prioridad la pandemia en Argentina, la cuestión económica estaba en el primer lugar de las ocupaciones gubernamentales. La renegociación de la deuda externa avanzaba satisfactoriamente en el Fondo Monetario Internacional y se empantanaba frente a los tenedores de bonos. La inflación –sobre todo la de alimentos- seguía con un ritmo intenso contra las clases populares, a pesar de las medidas de contención social emitidas, con moderados resultados. Las entidades rurales lanzaban un paro patronal en rechazo al aumento de las retenciones. En los medios y redes sociales, se notaba un endurecimiento opositor, restaurando el clima de grieta. Desde esos sectores se alentaba la idea de que el Presidente luchaba para imponer vanamente su autoridad contra la figura real o simbólica la vicepresidenta Cristina Fernández-Kirchner.

En medio de esa situación, la pandemia pateó el tablero. Tanto en el gobierno como en la oposición, quienes tienen responsabilidades de gestión ocuparon el centro de la escena, articulando acciones como pocas veces se había visto. Los sectores ultra de ambas márgenes quedaron desplazados, resultando favorecidos en la aceptación popular el presidente Alberto Fernández y los gobernadores Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof.

Pese a cierto relajamiento inicial, la Argentina tomó medidas fuertes con anticipación, siguiendo los ejemplos de China y Corea del Sur, logrando en términos relativos con el resto del mundo, resultados positivos, pero provisorios.

Italia, España, Estados Unidos, Gran Bretaña, Brasil y Chile subestimaron el problema, o le dieron prioridad al funcionamiento de sus economías, y hoy ven aumentar dramáticamente el número de infectados y muertos a diario.

Cabe destacar que el ex presidente Mauricio Macri le había pedido a su sucesor la aplicación del modelo inglés. Hoy el Primer Ministro Boris Johnson está internado en terapia intensiva, con los números de la pandemia volando día a día.

A pocos días de cumplirse un mes de la cuarentena obligatoria, se instalan dos posturas nítidas sobre cómo continuar más allá: la dirigencia empresarial y sindical pretenden que se inicie la salida de la cuarentena, y los sanitaristas sostienen que la medida debe seguir tal cual, al menos una semana más.

La sociedad apoya con holgada mayoría la continuidad del aislamiento social, conforme indican las encuestas que circulan. La crisis ha expuesto, más que la puja por el ingreso, la lucha por determinar quién pagará sus efectos.

Más allá de determinar cuándo y cómo terminará la cuarentena, en términos políticos, el dilema para el gobierno es cómo se para frente a los factores de poder.

Recientemente, el Banco Central dispuso una serie de medidas para que los bancos le presten al 24% anual a las empresas para pagar los sueldos devengados durante el parate económico. Pero no sólo que los bancos no prestan, sino que las empresas están ya notificando reducciones salariales a su personal. Tanto los bancos como los empleadores desafían así la autoridad del gobierno, al que dejan en un lugar incómodo, ya que si no acciona, mostrará debilidad, y si toma alguna medida, deberá ser lo suficientemente drástica, sin saber hasta dónde puede llegar la escalada de un eventual enfrentamiento con el mundo empresario.

Algo similar sucede con los distintos eslabones de la cadena de producción y distribución de alimentos, cuyos precios han subido fuerte durante la cuarentena. La herramientas legales que dan las leyes de Abastecimiento y Defensa de la Competencia, como el mismo Código Penal, le ofrecen al gobierno legitimidad para actuar con dureza contra las empresas que se aprovechan maliciosamente de la situación; pero hacerlo es una decisión política que el gobierno aún no tomó.

Todo ello, más allá de que aún no se ha elaborado un plan de desarrollo y estabilidad económica, que apunte contra la inflación a partir de promover el aumento de la oferta de bienes y servicios, incrementando la oferta de los mismos. Combatir el alza de los precios sólo con controles ya se hizo varias veces sin éxito.

El presente proceso le está dando a Alberto Fernández el poder necesario para ir a fondo con sus políticas de gobierno, las que aún están en proceso de diseño. El liderazgo presidencial es hoy mucho mayor que el de diciembre de 2019, e invita a tomar decisiones firmes, las que tendrán fuerte apoyo de la sociedad. Ya antes de la crisis, la ley de emergencia económica le daba amplios y concentrados poderes.

El liderazgo del Presidente ha soportado sin mayores daños dos pasos en falso consecutivos, tales como el descontrol en los bancos el último viernes y el caso de los sobreprecios de los fideos y aceite comprados por el Ministerio de Desarrollo Social. Ambos han sido explotados sobradamente por dirigentes opositores, medios de comunicación y trolls de redes sociales. De todos modos, la respuesta oficial reparadora fue rápida en las dos situaciones.

En el caso del Ministerio de Desarrollo Social, invita a sospechar la obviedad y la torpeza del presunto acto de corrupción. Quizás, esta cartera sea la que más diversidad presenta en cuanto a la procedencia política de sus exponentes, y todo se remita a una operación que tendría como blanco al ministro Daniel Arroyo.

La presente crisis tiene elementos comparables a los de una guerra, o a la crisis del 2001, pero en ambos casos, el enemigo está identificado y su potencial es ponderable. En el caso presente, cada día nos levantamos en un nuevo escenario, y nadie sabe cuándo y cómo será el final, y el tamaño de la crisis económica social sobreviniente. Lo que sí es seguro, que el rol del Estado saldrá fortalecido, no sólo en la solución de la crisis sanitaria y social, sino como motor de la actividad económica, más allá de la cuarentena.

Buenos Aires, 7 de abril de 2020

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