El Foro de Pensamiento Peronista fue fundado en 2012 por un grupo de políticos e intelectuales del peronismo con el fin de discernir ideas y hechos que desplieguen el rico y vigente pensamiento estratégico del Gral. Juan Domingo Perón, e intervenir así en la lucha político-cultural de la Argentina. Tras las derrotas de 2015 y 2017, nos animó la reunificación del peronismo como base de la recreación de un gran Movimiento Nacional , y ofrecer a nuestro pueblo una alternativa triunfante, logro que finalmente se obtuvo a partir de la victoria en 2019 del Frente de Todos, encabezado por el compañero Alberto Fernández.

14 de octubre de 2012

PONENCIA DE VICTOR E. LAPEGNA

por Víctor E. Lapegna

 Una de las causas de muchos de nuestros problemas irresueltos reside en la siguiente paradoja: mientras las elecciones prueban que la mayoría relativa de los argentinos asumimos al peronismo como nuestra identidad política, no existe una organización política nacional del peronismo en la que quienes componemos esa mayoría popular encontremos contención, en la que nos podamos expresar y desde la que accedamos a una participación activa y efectiva en el sistema de toma de decisiones.
Una de las causas de esa paradoja es que quienes detentan el gobierno del Estado hace casi una década acentuaron el vaciamiento del Partido Justicialista e hicieron de él una cáscara hueca que solo es sustento formal del sello electoral llamado “Frente para la Victoria”, partido del Estado unitario que montó el régimen de capitalismo de cómplices y un sistema de poder que niega la doctrina y organización del peronismo que Perón definía como su “alma” y su “cuerpo”.

 Corresponde admitir que a quienes reconocemos la vigencia y actualidad del pensamiento estratégico de Perón nos toca también una cuota de responsabilidad en el hecho que quienes detentan el gobierno hayan podido llevar a cabo ese vaciamiento del Justicialismo, dado que hasta ahora no fuimos capaces de realizar la institucionalización democrática de nuestro Movimiento, que era el camino propuesto por el propio Perón para posibilitar que el pueblo fuera su único heredero.

Esa ausencia de un peronismo democráticamente institucionalizado, en parte se explica y explica por el deterioro de la cultura del trabajo que, en las últimas décadas, acentuó la debilidad de muchas de las organizaciones libres del pueblo – comenzando por la familia – que son el sistema institucional en el que se basa la comunidad organizada y restringió la libertad de muchos argentinos en la medida en que fueron perdiendo vínculos orgánicos de relación y así se vieron degradados de la condición de pueblo a la de masa. De resultas de ello, el “alma” de la doctrina peronista - que aún con limitaciones y desvíos subsiste en la conciencia de millones de argentinos - no llegó a plasmar en poder político por la enfermedad del “cuerpo”, que es la organización del Justicialismo.

En su lugar se instaló el ersatz populista y preperonista del kirchnero-cristinismo, que combina un relato propio de un “setentismo tardío” con el manejo inescrupuloso de cuantiosos fondos públicos generados por una situación internacional extraordinariamente favorable, para encubrir susprácticas autoritarias y antidemocráticas de partido centralizado del Estado, constructor de un sistema económico parasitario en el que la cúpula gobernante y sus empresarios cómplices se enriquecen con negociados que actualizan las prácticas más corruptas de la “patria contratista” e impone un manejo discrecional de recursos presupuestarios cada vez más concentrados en la Casa Rosada en detrimento de Provincias y Municipios, que degrada y subordina a muchos de sus gobernadores e intendentes y arrasa con el sistema federal consagrado en la Constitución.

Pero como decía Perón, con una mentira pueden hacerse muchas cosas pero no convertirla en verdad y así es que el relato oficial tiende a perder consistencia y credibilidad conforme el manejo ineficiente, injusto y corrupto de la economía lleva a una inflación inocultable, a una creciente restricción al uso ilimitado de recursos públicos para intentar perpetuarse en el poder y al rechazo de algunos gobernadores e intendentes a seguir de rodillas ante el poder central.

 La ruptura del encantamiento lleva a que seamos cada vez más los argentinos que vemos a la “reina” en su verdadera desnudez y menos los que siguen hipnotizados por sus ropajes de fantasía. La incredulidad creciente en el relato oficial se verifica en la secuencia que parte del acto del 27 de junio en Plaza de Mayo de la CGT que lidera Hugo Moyano, sigue con la movilización de sectores medios del 13 de setiembre, pasa por el salariazo de efectivos de Prefectura y Gendarmería, llega a la jornada de protesta del 10 de octubre convocada por la CTA en la que participaron la CGT de Moyano, la Federación Agraria y otras organizaciones y se proyecta a la convocatoria a una nueva movilización de la clase media del 8 de noviembre.

Esta secuencia indica que el gobierno perdió el control de la calle, lo que es un dato relevante dado que la debilidad y la cuestionada representatividad del sistema institucional hace que el dominio de ese espacio sea un componente decisivo para dirimir los conflictos políticos. Ese deterioro de la imagen positiva del gobierno en general y de la presidente en particular en la opinión pública – cuyo manejo es otro componente decisivo en la disputa política – da cuenta del creciente cansancio hacia la mentira institucionalizada, que se expresa en los datos falsos del INDEK, las cínicas justificaciones de los funcionarios frente a la tragedia ferroviaria de Once, el abuso de la cadena oficial para propalar los discursos de autoelogio con tono de “maestra ciruela” de CFK, lo de “tenerle miedo a Dios y un poco a mí”, sus lamentables intervenciones en Georgetown y Harvard, etc. “Is too much”, diría la propia Cristina.

El cuadro descripto da cuenta del estado de fragilidad institucional que atraviesa la Argentina, ante el cual el gobierno sólo parece atinar a responder mediante un injustificado e inaceptable proyecto de reforma constitucional de improbable aprobación, con el que pretende habilitar a CFK para sucederse a sí misma en un tercer mandato presidencial, lo que se enmarca en la cambiante situación del mundo y del continente y ante lo nuevo corresponde pensar de nuevo.

En esa perspectiva, quienes integramos el Foro de Pensamiento Peronista, inmersos en el pueblo del que somos parte, enraizados en nuestro territorio y leales a la doctrina de Perón, podemos y debemos contribuir con ideas y acciones a la institucionalización democrática del peronismo, condición necesaria – aunque no suficiente - para la consolidación institucional del país ya que, según muestra nuestra experiencia histórica, sin democracia en el peronismo es improbable que haya una democracia sustentable en la Argentina y siendo hoy el Justicialismo eje indiscutido del sistema político, su suerte atañe a quienes somos sus adherentes y a quienes no lo son.

Se trata de asumir el desafío que Perón presentó en su discurso del 21 de junio de 1973, horas después de su regreso definitivo a la Patria, cuando dijo: “Los peronistas tenemos que retornar a la conducción de nuestro Movimiento, ponerlo en marcha y neutralizar a los que pretenden deformarlo desde abajo o desde arriba” a través de una construcción política que abarca una doble dimensión: hacia adentro y hacia afuera del peronismo.

Hacia adentro del peronismo, para sanar el “cuerpo” de su organización, la CGT que lidera el compañero Hugo Moyano y las “62 Organizaciones” encabezadas por el compañero Gerónimo Venegas son reservas esenciales de lo que fue la comunidad organizada y son esenciales puntos de apoyo para articular a todas las estructuras políticas y sociales del Movimiento, emancipadas de la dominación del aparato del Estado.

En ese camino es preciso también elaborar un rumbo estratégico, una visión de mediano y largo plazo que guíe el destino de la Argentina por varias generaciones y en las nuevas condiciones del siglo XXI, exprese los atributos de la sociedad a construir, los medios para alcanzarlos y una distribución social de responsabilidad para hacerlo, todo lo cual, en palabras de Perón, puede “lograrse haciendo converger lo que los intelectuales formulen, lo que el país quiera y lo que resulte posible realizar”.

 Hacia afuera del peronismo, se requiere forjar una amplia coincidencia nacional de todos los actores políticos y sociales comprometidos en la defensa de la institucionalidad democrática y en el restablecimiento de las reglas básicas de convivencia de la sociedad argentina, fundadas en el apotegma de Perón de que “para un argentino no puede haber nada mejor que otro argentino”.

 La democratización e institucionalización del peronismo requiere necesariamente desalojar del poder al “Partido del Estado” que usurpa su nombre. Y ésa no es una cuestión partidaria, sino una tarea que involucra e interesa a todos los argentinos.

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