Mañana,
viernes 15 de diciembre, se cumple un mes de la desaparición física del
submarino de la flota de guerra argentina, ARA San Juan, en una acción bélica
en el Mar Argentino, hundido por dos torpedos disparados por un submarino del
invasor inglés. A esta altura, la crisis interna en la Marina de Guerra es
inocultable, se han suspendido dos veces en el día los partes diarios del
eficaz Capitán Balbi -algún día alguien se encargará de estudiar sus más de 30
mensajes cifrados-, el jefe del arma, el Almirante Srur, releva de su cargo al
comandante de alistamiento, vicealmirante Luis López Mazzeo y al jefe de los
submarinos, Capitán de Navío Claudio Villamide, en solidaridad, piden su pase a
retiro los cuatro jefes inmediatos a López Mazzeo, quien era el sucesor natural
del Almirante Srur, esto es, los jefes de la Flota de Mar, de la Aviación
Naval, de la Infantería de Marina y el de la Flota del Atlántico. No hay
registro de una crisis así en la fuerza Armada en toda su historia moderna, si
algo caracterizó a los marinos fue su unidad monolítica. No es errado decir que
el Almirante Srur se ha quedado más solo que el faro del fin del mundo.