El Foro de Pensamiento Peronista fue fundado en 2012 por un grupo de políticos e intelectuales del peronismo con el fin de discernir ideas y hechos que desplieguen el rico y vigente pensamiento estratégico del Gral. Juan Domingo Perón, e intervenir así en la lucha político-cultural de la Argentina. Tras las derrotas de 2015 y 2017, nos animó la reunificación del peronismo como base de la recreación de un gran Movimiento Nacional , y ofrecer a nuestro pueblo una alternativa triunfante, logro que finalmente se obtuvo a partir de la victoria en 2019 del Frente de Todos, encabezado por el compañero Alberto Fernández.

15 de diciembre de 2017

ALGUIEN QUE HAGA DE RIQUELME



Fiorella Bronzini 

 A menos de tres meses de su resonante victoria electoral, el gobierno licuó gran parte del capital político cosechado en la misma. La sucesión de errores no forzados por una oposición inocua le construyeron una encerrona al gobierno, que ya muestra los primeros síntomas de grietas internas que afectan su capacidad de decisión.



Dos muertos derivados directa o indirectamente de la represión de manifestantes por parte de las fuerzas de seguridad; cuarenta y cuatro desaparecidos dentro de un submarino hundido misteriosamente –por causas propias o por ataques externos- y un pésimo manejo político y humano de la situación por parte del Ministerio de Defensa; y un paquete de medidas impopulares –insuficientes para lograr su cometido financiero- que sí han sido hábiles para favorecer un rearmado de la oposición peronista. Ejemplos de cómo en poco tiempo, la impericia política del gobierno nacional logró atentar contra sí mismo. 

Todo lo que requiere algún grado de sensibilidad es un problema para el equipo gubernamental. Eso que no sale en los tableros de control que diseñan los gerentes-funcionarios que se empecinan en demostrar que un país –al fin y al cabo- no es tan distinto a una empresa. El timing político para tomar decisiones y la influencia de éstas en la inestable balanza del poder, no se las puede ponderar de ningún modo cuando no tienen los sentidos entrenados. 

 En el mundo empresario el concepto de poder es más fijo que en la política. En una compañía manda el que tiene el paquete accionario más grande y baja la línea al resto de lo que hay que hacer. Si algún gerente se equivoca, se lo aparta, y a otra cosa. El sentido de las decisiones es vertical, y salvo imponderables muy ocasionales, el eje del poder no se mueve más allá de la voluntad de los dueños, que son siempre los mismos hasta que se vendan las acciones. 

 En la política, todo es más sensible, volátil y complejo. Cualquier decisión puede derivar en múltiples consecuencias no deseadas ni previstas. Por ello, es que el empresario que llega a la política tarda en adaptarse. Y a veces, una combinación de ansiedad y soberbia lo lleva a cometer errores de principiante, aunque ya no lo sea. 

 Después de la elección de medio término, muchos dirigentes de Cambiemos creyeron que habían tocado el cielo con las manos. Sintieron que no sólo derrotaron al peronismo, si no que el triunfo excedía ese marco: la lógica lineal e implacable de los negocios le había ganado a la política. 

 En medio de esa borrachera, en el centro del poder se alumbró la idea de ir por todo: reformas laboral, previsional y social, que generen una transferencia de poder y recursos económicos desde los trabajadores, jubilados y excluidos del sistema hacia las empresas y el Estado. Con un peronismo debilitado, dividido y arrinconado, lo imaginaron como un trámite. 

 En la política, y en la vida, nadie acepta mansamente ser despojado de lo que considera su derecho. Siempre hay una reacción frente a lo que se percibe como una amenaza. Hace dos años, la sociedad sabía que las tarifas estaban atrasadas y que tarde o temprano llegaría el ajuste, con Macri, Scioli o Massa en el poder. Y por ello, se pudieron llevar a cabo, vestidas de gradualismo. 

 Pero este paquete apunta a algo más estructural, que simbólicamente conduce a fantasear con volver a la Argentina anterior a 1945. El paquete de reformas apunta a objetivos relacionados directa o indirectamente con el peronismo, con el sueño de hacerlo pasar a la historia de una buena vez

 La sesión fallida de ayer representa un muro donde se estrellan estas aspiraciones peronicidas. Más allá de que en los próximos días, el gobierno llegue al número de manos que requiere, se expuso un escenario tercermundista en el que podemos ver a fuerzas de seguridad reprimiendo manifestantes, legisladores y periodistas, diputados impidiendo por la vía de los hechos que una sesión comience, y diputruchos dando quórum con su trasero. Con esto, cualquier victoria que obtenga el macrismo será con un alto costo político. 

 El paquete de reformas le sirvió al peronismo para empezar a recorrer un camino de reunificación. La amenaza externa sirvió de factor aglutinante para una corriente dispersa y confundida. Hace dos semanas, el peronismo bonaerense –el mismo que fue en tres listas distintas en octubre- logró una conducción integrada por dirigentes que hace tres meses caminaban al lado de Cristina Kirchner, Sergio Massa y Florencio Randazzo. Con el agregado que ya son de una generación más joven. 

 Hoy el peronismo se halla congregado en básicamente dos grupos, que están mostrando cierta funcionalidad entre sí: el que depende de gobernadores e intendentes, necesitados de una relación de cooperación con el macrismo, y los que están en el llano, más predispuestos al choque y la oposición más frontal. La fuerza que hacen éstos les permite cotizarse mejor a los primeros; y la blandura de este grupo le deja un campo ancho a los duros para construir su identidad política. 

 Ayer a la noche, surgió el rumor que el Presidente iba a sacar la reforma mediante la vía del Decreto de Necesidad y Urgencia. Los gobernadores le habían dado el OK, no tanto por solidaridad, sino para que asuma en soledad su costo. Elisa Carrió, quien horas antes había decidido por sí misma el levantamiento de la sesión, con un simple tuit invocando la inconstitucionalidad de la medida, volteó esa posibilidad. Para más de un referente PRO, hoy Carrió forma parte de la oposición. 

 En una reciente entrevista hecha por Marcelo Longobardi en la CNN, Mauricio Macri admitió que el cóctel de tasas altas, déficit fiscal, déficit comercial, endeudamiento e inflación es insostenible para el país, dándole la razón al periodista que sugirió que la economía podía estallar. Según el Presidente, sólo puede evitarse ese desenlace si se baja drásticamente el gasto público. 

 Tanto el populismo como el liberalismo parten de la base que la economía es administrar recursos escasos. Y que la política de gobierno tiene que ver en cómo ellos se reparten. Por ello, es que ambas corrientes actúan como mantas cortas: una protege lo social y desprotege la generación de negocios; la otra los genera pero concentrando la riqueza. 

 La economía de los países exitosos se basa en un paradigma de abundancia, en donde se promueve el desarrollo económico que se retroalimenta en un mercado interno en expansión, que genera y reparte recursos aumentando la producción y el empleo. Y de ese desarrollo surgen los recursos necesarios para sostener el Estado, y con ello, la inclusión de los más débiles de la pirámide social.

 Ese proceso de desarrollo será el único que acabará con la inflación, que hoy intenta ser derrotada sin éxito mediante herramientas financiera de corto plazo, que conspiran contra la productividad y estimulan la especulación. La economía argentina está estancada desde 2011, y la inflación anual promedio desde entonces supera el 30%. Los dos años de Macri en el poder no han revertido sino consolidado ambas tendencias.

 Fomentar la grieta fue una táctica exitosa para ganar elecciones, tanto para el kirchnerismo como para el macrismo. Pero no sirve para gobernar un país. El gobierno necesita de dirigentes con mayor capacidad de escucha, análisis, reflexión y negociación, para modificar políticas estructurales e incluir a todos dentro de sus beneficios. El gobierno no puede prenderse en un palo y palo contra sus adversarios, tiene que situarse un escalón más arriba de la confrontación. 

 Hace falta alguien que ponga la pelota contra el piso y levante la cabeza. Como hacía Riquelme. 









PD: la semana anterior, el festival de prisiones preventivas llegó a su máximo esplendor. Deliberadamente, no incluí el tema en este análisis. Al respecto, reflexiono lo siguiente:

 1. Es llamativo que apenas pasaron las elecciones, comenzaron las detenciones en cadena. Es sabido que el gobierno operó para que Cristina Fernández fuera dejada en pie, para dividir al peronismo. Quizás, octubre haya sido una fecha límite para los jueces. 

2. Las causas que avanzan son las más endebles jurídicamente, o sea las que pueden derivar en sobreseimientos. Las más comprometidas para los procesados están estancadas. 

3. La ofensiva contra Cristina Fernández le es más funcional a Miguel Pichetto que a Mauricio Macri. Además, el juez Claudio Bonadío tiene una historia más ligada al viejo Partido Justicialista que al kirchnerismo. 

 4. De alguna manera, la ofensiva judicial le sirve al gobierno en el corto plazo, porque es coherente con su discurso, pero a largo plazo es una amenaza. Mañana, los procesados y detenidos pueden ser los actuales funcionarios. Carlos Pagni, un analista cercano al oficialismo, sostiene que si se aplica la doctrina Irurzun al actual gobierno, medio gabinete va preso. 

 5. La ofensiva le sirve básicamente al Poder Judicial, para marcar la cancha, mejorar su imagen social y construir poder político. La Justicia está desprestigiada, y las detenciones, más allá de los aspectos técnicos, gozan de consenso social.

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